Se puede definir de forma simple como el dinero que le queda a una empresa tras pagar gastos (gasto operativo) y hacer las inversiones necesarias que le permiten continuar con el negocio (gasto de capital). Es decir, sirve para saber el efectivo del que un negocio dispone una vez que la compañía paga los gastos de alquiler, sueldos, materias primas y hace las inversiones necesarias para mantener su actividad. Ese dinero restante es el llamado Free Cash Flow.
El FCF tiene diversas finalidades como repartir beneficios entre los accionistas o dueños de la compañía, pagar deudas o reinvertir en el negocio para expandirlo. Es importante diferenciar aquí entre los gastos de capital, que son a los que nos hemos referido cuando hemos hablado de la inversión necesaria para que el negocio siga funcionando, y la reinversión en la empresa.
Los gastos de capital son esenciales para que un negocio pueda seguir operativo. Mientras que la reinversión en el negocio es un gasto para mejorar la productividad o expandir la compañía, por ejemplo.
Imaginemos una empresa que se dedica a la impresión de libros y que cuenta con dos máquinas en su fábrica. Los gastos operativos serían aquellos destinados al mantenimiento, reparación o reemplazo de máquinas. Mientras que la reinversión sería comprar una tercera máquina o una segunda fábrica.
Dicho esto, debemos contextualizar la importancia que tiene el Free Cash Flow a la hora de valorar una empresa y conocer su estado financiero, algo imprescindible en cualquier proceso de M&A o en una Due Diligence financiera.
El FCF sirve para mostrar la capacidad que tiene un negocio para generar efectivo por sí mismo, algo que le permite ser financieramente estable. Si el Free Cash Flow es positivo, el negocio está generando más efectivo del que necesita para mantenerse. Un síntoma alentador porque se puede ver como un negocio que puede ir en expansión y que es rentable.
Por su parte, un FCF negativo es un indicativo de que la compañía necesita más dinero para mantenerse del que está generando. Aunque, puntualmente es posible incurrir en un FCF negativo si los gastos operativos se han elevado por algún motivo concreto, como puede ser una avería grave o la reposición de una maquinaria cara.
Para tener una mejor visión del Free Cash Flow y hacer una interpretación más objetiva, lo ideal es observar este dato en los últimos ejercicios económicos, no solamente en el del último año. Si se tienen datos del último lustro será mejor para hacer una valoración certera.
Lo cierto es que la fórmula es sencilla, pero hay dos elementos clave que debemos conocer para poder hacer el cálculo del Free Cash Flow: flujo de caja operativo, que es el efectivo que se ha generado por las operaciones del negocio, y gastos de capital o CAPEX.
La fórmula es: flujos de caja operativos – (gastos de capital + gastos operativos).
En muchas ocasiones, cuando se habla de este tipo de conceptos, se tiende a pensar que es algo dirigido a grandes empresas. Nada más lejos de la realidad, el FCF puede y debe ser calculado por todas las compañías, independientemente de su tamaño.
Saber el dinero con el que cuentan tras hacer frente a los gastos operativos y de capital es esencial para medir el músculo financiero que tiene el negocio. Si es un FCF positivo, entonces sirve para saber cuánto efectivo se tiene y si este se puede usar para tener liquidez en forma de ahorro, para reinvertir y crecer, para pagar deudas o para tomar beneficios. Lo más habitual es que se emplee para varias de estas partidas
El Descuento de Flujos de Caja (DFC) es uno de los indicadores más utilizados para valorar a una empresa cuando nos adentramos en un proceso de M&A, junto a los múltiplos del EBITDA. Este indicador busca valorar una compañía por la capacidad que tiene de generar Free Cash Flow en el futuro.
Para ello, además del FCF del que hemos hablado, también será necesario tener en cuenta la tasa de descuento. Esta tasa, refleja el riesgo del proyecto o empresa y se utiliza para descontar los flujos de caja futuros al presente. Habitualmente, para conocer el dato de la tasa de descuento, se toma el del Coste Promedio Ponderado del Capital (WACC), que es una combinación del coste del capital propio y el coste de la deuda de la empresa.
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