El resultado bruto de explotación o EBITDA es el indicador financiero por antonomasia para evaluar la rentabilidad de una empresa. Mide los beneficios obtenidos por un negocio antes de hacer frente a ciertos gastos, como se explica más adelante. Un uso derivado que se suele hacer de este indicador es el de aplicar los múltiplos del EBITDA para valorar a las compañías en un proceso de M&A. Pero ¿qué son y para qué sirven estos múltiplos?
Lo primero, entender qué es el EBITDA. Este acrónimo viene dado de su significado en inglés: Earnings Before Interest Taxes Depreciation and Amortization, o en español: beneficios antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones. Es decir, cuando se habla del EBITDA se habla del beneficio que obtiene una compañía antes de pagar la parte correspondiente de la deuda que tenga (si la tiene), los impuestos derivados de la actividad, las depreciaciones y la amortización de las inversiones que se hayan hecho. Todo ello sirve para saber cuánto dinero está ganando o perdiendo una compañía en cuanto al negocio en sí.
Los múltiplos del EBITDA son varios y cada uno se centra en analizar y valorar un aspecto de la compañía. El más empleado, especialmente en procesos de M&A, es el llamado EV/EBITDA, que mide el valor de una compañía en relación con la capacidad de generar beneficios antes de afrontar algunos gastos. Es especialmente útil para comparar compañías del mismo sector.
Pero, antes de hablar más detalladamente de este múltiplo en concreto, debes saber que cuando nos referimos a los múltiplos del EBITDA no es otra cosa que cuando se toma al resultado bruto de explotación como referencia para dividirlo entre múltiplos comparables de varios negocios y poder compararlos entre sí. Lo que se consigue, en definitiva, es analizar empresas de distintos tamaños y estructuras de capital de manera más objetiva.
Como ya hemos dicho, este múltiplo es el más famoso y utilizado a la hora de comparar compañías. Por eso, vamos a verlo más en detalle.
El EV o Enterprise Value representa la valoración de la compañía, en la que se suma tanto la cifra estimada en la que está valorado el negocio más la deuda neta (que es la deuda total menos el efectivo y equivalentes). Con este indicador, por sí mismo, se puede tener una visión más completa del valor total del negocio.
Para calcularlo, tan solo necesitamos conocer estos datos, así como los propios del EBITDA. Una vez que los tengamos, solo tendremos que dividir el EV entre el EBITDA. Para interpretarlo, debemos tener claro que es un múltiplo que por sí mismo no nos dice nada. Por ello, tenemos que ponerlo en relación con otras empresas similares del mismo sector. Así, si el dato es más bajo que el del resto de compañías se puede interpretar como que el negocio está barato y puede ser una oportunidad de inversión. Pero, también se puede ver como una alerta sobre la baja rentabilidad del negocio o la existencia de problemas operativos.
Si, por el contrario, es más alto que la media del sector, quiere decir que la empresa puede estar sobrevalorada en cuanto al precio de la misma. Es decir, puede ser una alerta que nos indique que el negocio esté caro. Pero, al mismo tiempo, este precio más alto puede deberse al potencial futuro que el negocio tiene.
Lo fundamental es contar con datos fiables, pero también con datos del resto de empresas del sector para poder valorar objetivamente el negocio. Así, es recomendable que en un proceso de M&A, no solamente se analice a la empresa objetivo de fusión o adquisición, sino también a sus competidores para poder valorarla de una mejor manera.
Otro de los métodos de valoración más empleado por las pymes es el Descuento de Flujos de Caja (DCF) consistente en es un indicador muy utilizado a la hora de valorar a empresas y de compararlas en procesos de M&A. Aunque se parecen entre ellos, también se diferencian y se complementan. En cuanto a los descuentos de flujo de caja es una medida que lo que busca es, basándose en los datos actuales. Se utiliza especialmente para calcular la rentabilidad que una compañía puede ofrecer en el futuro.
Es decir, el DCF se basa en la premisa de que el valor de un activo está determinado por su capacidad de generar efectivo en el futuro. Como ves, es otro indicador para determinar cuánto vale una empresa, cuál es su precio objetivo.
La principal diferencia con los múltiplos del EBITDA es que es una valoración relativa en la que se compara el valor de una empresa con otras similares para proporcionar una estimación rápida y sencilla. Por el contrario, el DCF estima el valor intrínseco de una empresa sin tener que compararlo con otras. Además, este segundo es más complicado de calcular porque es más detallado y preciso y depende de suposiciones complejas.
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