El cierre del grifo bancario y/o el encarecimiento de la financiación tradicional ha ido forjando nuevas figuras de financiación alternativa para las pymes. También conocido como capital riesgo, hoy el private equity es uno de los mecanismos más empleados para hacer crecer a las empresas.
A diferencia del venture capital, más dirigido a start-ups o compañías de nueva creación, el capital privado se dirige a negocios que ya tienen algo de recorrido. El año pasado, las operaciones de estas entidades de inversión alcanzaron nuevos máximos históricos en España, según SpainCap, tras situar el volumen de operaciones hasta los 9.238 millones de euros, un 22% más que en 2021. Del total, el 77% correspondió a operaciones del private equity, con 181 adquisiciones.
En cuanto a los fondos privados españoles, levantados por estas entidades para invertir en compañías, también se refleja un gran interés por este tipo de operaciones. Ya que, en el período 2006-2021, el importe de activos bajo gestión se ha multiplicado por 1,6. Específicamente, en 2021 se alcanzó un registro histórico del volumen de inversión anual, con un total de 1.350 millones de euros. Y es que, el gran motivo de este crecimiento se debe a que la rentabilidad neta anual entre este periodo de tiempo (2006-2021) ha sido del 11,2%.
El capital privado son entidades que buscan oportunidades de inversión en pymes para dotarlas de músculo financiero y ayudar a su crecimiento. De esta manera, los inversores adquieren una parte del capital social de la empresa, la dotan de liquidez e impulsan su desarrollo.
Generalmente, la intención de estas operaciones es lograr un win-to-win. Por un lado, la compañía recibe el impulso financiero que necesitaba para seguir creciendo de la mano de inversores experimentados que, en muchas ocasiones, además de aportar fondos, también aportan conocimientos y una red de contactos que facilita la consecución de los objetivos marcados. Mientras que, por otro lado, los inversores ganan al ver cómo el valor de la compañía aumenta a medida que esta crece para su posterior venta al cabo de cinco años o más.
Aterricemos el rol del capital privado en dos ejemplos de éxito de empresas españolas.
En el sector avícola, en 2017 la guadalajareña DAGU se encontraba atravesando un momento crucial ya que aspiraba a liderar la consolidación del mercado, pero gran parte de sus consejeros y accionistas fundadores carecían de sucesor. Por eso, optaron por una operación corporativa que les ayudará a pasar a la siguiente fase y asegurar un relevo ordenado. “El factor fundamental radicó en la identificación de inversores que compartieran la visión del proyecto empresarial, dispuestos a respaldar el plan de consolidación sectorial con solidez financiera y comprometidos a mantener una presencia estable a largo plazo sin imposiciones temporales”, asegura su presidente Juan Gigante a Deale.
Y así fue como en 2019 entró el fondo de inversión Master Gallus con una participación del 85% del capital. En la actualidad, la compañía factura el doble tras haber protagonizado varias operaciones de M&A.
La malagueña Freepik es otro caso de éxito. Esta plataforma para compartir recursos gráficos gratuitos fundada en 2010 fue adquirida diez años después por el fondo de capital privado sueco EQT sin que oficialmente se desvelara el monto de la operación (en prensa se cifró en 250 millones de euros). Ahora busca desinvertir por 700 millones. La empresa factura 80 millones.
En resumen, el private equity desempeña un papel fundamental en el crecimiento y continuidad de las empresas. Si quieres llevar tu compañía a una siguiente fase y necesitas músculo financiero, date de alta en nuestra plataforma ¡hay más de 2.500 inversores dispuestos a contribuir en el crecimiento de un negocio como el tuyo!